En "Emisiones de NOx" Gibney se preocupa además de poner a la marca Volkswagen en un contexto histórico, retrocediendo en el tiempo y viajando a la
época de Hitler, cuando los vehículos de la compañía eran los coches del pueblo, a la contracultura de los años 60, a la que le gustaba viajar a bordo de los Beetle y las míticas furgonetas Camper, al posterior batacazo en las ventas y la subsiguiente presión por levantarlas a toda cosa (aun incurriendo en el fraude).
Se da la circunstancia de que en el primer capítulo de
Dirty Money se narran los controvertidos
experimentos con monos por los que ha sido noticia Volkswagen en los últimos días. En este caso varios primates fueron impunemente gaseados en un laboratorio estadounidense (bajo el amparo de Volkswagen). Y el abogado Michael Melkersen, uno de los múltiples testimonios que se pasean por la serie documental de Gibney, no puede evitar sacar a colación otro triste episodio en la historia de la humanidad en el que estuvo también implicada la trágica palabra “gasear”.
Fruto en buena parte de la
rabia de su autor tras sentirse engañado (Gibney era dueño de un Volkswagen Jetta), algunos tildarán a "Emisiones de NOX" de no ser un retrato suficientemente objetivo del "dieselgate". Pero lo cierto es que la implicación personal de su autor en los hechos relatados no hace sino añadir aún más poder y patetismo a la historia (dejando inevitablemente sin aliento al espectador).