Lo que tenemos es muy poco peso en la economía que importa. Si enfadas mucho al grupo VAG, cogen sus fábricas y se marchan a Hungría, a Rumanía o a cualquier otro país donde los reciban con los brazos abiertos a cambio de unos cuantos miles de puestos de trabajo. Los alemanes y los franceses tenían por qué callar: no vas a dañar a tu propia industria proponiendo sanciones contra las empresas que dan decenas de miles de trabajos en tu país. VW y Renault, por ejemplo, tienen incluso participación gubernamental en el accionariado. De hecho, cuando se propusieron nuevas regulaciones para reducir la contaminación y restringir aún más las emisiones, Francia, Italia, Alemania y España se opusieron y pidieron moratorias. Por supuesto, no sin antes consultar con la industria del automóvil. Todo esto es muy complejo porque evidentemente no se pueden ir de rositas, pero tampoco puedes hundirlos. Pones en riesgo el sustento de miles de personas que no tienen la culpa de que sus jefes sean unos desalmados.