Yo es que soy como Santo Tomás, "ver para creer". A estas alturas de mi vida ya no me creo nada, ni creo en nadie.
Además, todo lo que se diga justo antes de unas elecciones suelen ser solo palabras -mentiras- para ganar votos, que luego se las lleva el viento y se olvidan convenientemente. Y si estoy equivocada, seré la primera en alegrarme.